Laberinto Laberinto es una obra polisémica que invita a la contemplación, pero también habilita a quienes ingresen en ella a ser interpelados por los múltiples sentidos que allí se encierran y despliegan. Entrar a Laberinto puede ser una experiencia de contacto con nuestro interior: podemos experimentar desde la paz y la tranquilidad, hasta la inquietud, los cuestionamientos y la confusión sobre los caminos a seguir. El laberinto es un símbolo milenario que se remonta a la cultura griega y, con el paso de los años, ha tomado diferentes sentidos y ha llegado a convertirse en un espacio lúdico y mítico presente en parques de diversiones, en el cine, videojuegos y más. Enricci ensaya aquí su obra más ambiciosa hasta el momento, no solo por sus dimensiones sino también por las múltiples experiencias que propone a los visitantes, quienes se sumergen en ella y terminan siendo parte de Laberinto. Desde diferentes culturas y épocas, el laberinto ha tenido diversas utilidades y significados: puede ser la trampa o cárcel de seres malvados como en la Grecia Antigua, también puede ser el camino hacia el encuentro con Dios -como se concebía en la Edad Media-; desde una visión antropocéntrica como la nacida en el Renacimiento, el laberinto representa el camino de conocimiento del humano y esta fue la visión que más influenció a Jorge Luis Borges, quien se obsesionó con la figura del laberinto y la hizo un aspecto clave de su obra literaria. El arte nos permite la libre interpretación y la experimentación, y esto es lo que propone aquí Enricci: el encuentro con arte plástico, escultura, arquitectura, mitología y finalmente, el encuentro con el ser en el interior mismo de la obra de arte.