Al mencionar la palabra Fluir, muchas veces la confundimos con una actitud pasiva y relajada en la que “dejamos que la vida pase” como si nosotros no tuviésemos nada que ver con lo que nos sucede alrededor. Sin embargo, si nos tomamos esta palabra en serio y nos permitimos fluir de verdad, el desafío nos pondrá la piel de gallina porque nos animaríamos a llevar nuestros talentos al límite, con tal de conseguir algo mucho más grande que nosotros. El tema es que, en el día a día, nos olvidamos que tenemos este poder. Y al usar nuestra capacidad mental para pensar y gestionar las mil de cosas que tenemos dando vueltas en nuestra cabeza, no tenemos espacio para poder sumergirnos de lleno en lo que hacemos en cada momento. Para poder Fluir, necesitamos un sistema capaz de soportar TODAS las cosas que saltan en nuestro cerebro, para que éste quede “vacío” y libre de distracciones, y así poder usar todo su potencial en la tarea presente.