Para vivir la naturaleza desde adentro hacia afuera
La casa está planteada en dos bloques desfasados para adaptarse a la forma trapezoidal del terreno, con un frente mucho más estrecho que el fondo que se funde con la cancha de golf. Con lo cual, el volumen del contrafrente duplica en tamaño al del frente.
Desde la calle del barrio, la casa se presenta con un bloque de proporción cuadrada que avanza tomando protagonismo. El segundo cuerpo aparece por detrás de una pérgola metálica que sirve como cochera. Entre ambos, el acceso queda oculto a simple vista, un recurso que Muradas suele emplear para resolver la situación de ingreso en los proyectos.
El hall actúa como un fuelle entre los dos bloques; articula el sector de la cocina-comedor, hacia el frente, y el estar con vista a la cancha de golf. Desde allí, una amplia escalera conduce a los dormitorios del matrimonio y de la hija que aún vive con ellos. También, al cuarto de huéspedes destinado a recibir al hijo que los visita los fines de semana. Todas las habitaciones fueron pensadas para vivir en pareja, con vestidor y baño.
Un detalle interesante que destaca Muradas es que todos los baños están en el centro de la planta. De ese modo no interfieren en la fachada para interrumpir las ventanas amplias corridas. Entonces, para resolver la iluminación de estos ambientes sin perder privacidad, los baños tienen una piel de vidrio blanco que permite la entrada de luz sin transparencias.
La casa está planteada en dos bloques desfasados para adaptarse a la forma trapezoidal del terreno.
Hacia el frente, los dos volúmenes de muros blancos poseen marcos de aluminio negro que le arrojan sombra a las carpinterías al tiempo que generan algo de movimiento en la fachada. Por la tarde, el sol recorre la parte posterior. Una amplia galería de 20 metros de largo y dos de profundidad define la contrafachada.
Para Muradas, los espacios de transición entre el interior y el exterior de una vivienda son esenciales. “Odio que la gente cierre las galerías o balcones. Aún antes de la pandemia, me lo han pedido y nunca accedí”, asegura.
En ese sentido, generalmente los proyectos del estudio plantean una continuidad de tonos y materiales del interior al exterior. “Para mi es como una unidad. Me encanta que al abrir las ventanas adentro sea lo mismo que afuera y que todo tenga una relación. En este caso, los pisos interiores son de roble claro y no es apto para usarlo en las galerías. Yo prefiero que el material sea el mismo, para eso usamos lapacho muchas veces”, señala.
El estudio desarrolló todo el equipamiento interior de la casa, con muebles a medida, modulados y empotrados con acabado laqueado y terminaciones de altísima prestación. Predomina una paleta de blanco, negro y grises, combinados con madera clara (roble americano).
Hacia el frente, los dos volúmenes poseen marcos de aluminio negro que le arrojan sombra a las carpinterías al tiempo que generan algo de movimiento en la fachada.
En primera persona
Aunque habituado a proyectar casas suburbanas con mucho verde alrededor, Muradas siempre había preferido su departamento en Palermo para vivir. Para pasar este verano en el que decidió no viajar de vacaciones, alquiló una casa en uno de los barrios donde habitualmente trabaja. “Me acostumbré a esto y es otra calidad de vida, mis clientes me lo dicen siempre y ahora veo que tienen razón. Hasta empecé a dudar sobre dónde quiero vivir”, se sincera.
Como todos, en los últimos meses Muradas pasó de limpiar y ordenar la casa a impacientarse y tratar de dilucidar qué resultará de todo esto. Lo concreto por ahora, según Muradas, es que las personas están valorando los espacios de expansión de sus casas. Como dato concreto, cuenta que a lo largo de la cuarentena y ahora en la nueva normalidad han tenido mucha más demanda de reposeras y muebles exteriores, y han desarrollado varios proyectos para armar espacios exteriores con pérgolas y fogones. “En reuniones por zoom con colegas algunos hablaban de un lugar en la casa para llegar antes de la entrada. Puede ser que se dé un cambio en ese sentido”, estima. De hecho, varios departamentos del edificio en el que vive (y él mismo) tomaron parte del palier adelantando la puerta. “Me quedó un espacio de casi 2 por 3 metros para sacarte los zapatos, dejar los abrigos y todo eso que está más contaminado cuando llegás de la calle”, concluye.
El piso del sector húmedo de la cocina se resolvió con el mismo mármol que la mesada y el revestimiento de pared.
Todas las ventanas están protegidas con cortinas de lamas de madera de roble